¿Cuánto sabemos hoy sobre el trauma?
Ante la presencia de una amenaza, la naturaleza ha dotado a casi todos los seres vivientes de unas respuestas muy similares por parte del sistema nervioso. Sin embargo, entre todas las especies, solo hay una que tiende a desarrollar secuelas traumáticas a largo plazo: el ser humano ¿Por qué los seres humanos no somos capaces de usar todas las ventajas del sistema nervioso? ¿Por qué el proceso se interrumpe sin llegar a su fin, haciendo que nos traumaticemos más fácilmente? ¿Qué hacen los animales que no hacemos los seres humanos? Tantas dudas e inquietudes a responder sobre el trauma en el ser humano.
Este es un tema que nos interesa a la mayoría de los psicólogos clínicos ya que como profesionales de la salud mental que nos encontramos trabajando con personas, sabemos que el trauma es una experiencia recurrente entre los seres humanos, que está a la base de la mayoría de los trastornos mentales. Ahora bien, a la fecha sabemos que puede ser reparado y existen distintos modelos terapéuticos que lo abordan, por ejemplo la terapia EMDR de Francine Shapiro, entre otros abordajes que tienden a compartir una mirada transgeneracional.
Hoy nos detendremos en el enfoque planteado por Peter A. Levine, Somatic Experiencing, donde propone una forma amable, gradual e innata, una capacidad propia del ser humano para curar el trauma. La premisa de esa mirada es que el trauma forma parte de un proceso fisiológico natural al que, simplemente, no se le ha permitido llegar a su fin, es decir, es interrumpido ante de llegar a término. Por ende, el trauma no deriva de la personalidad del individuo, al menos no inicialmente.
Debemos entender que los síntomas traumáticos no vienen causados por el propio acontecimiento detonante, sino mas bien surge desde el residuo de energía congelada o paralizada que no se ha resuelto o descargado. Entonces la raíz del trauma reside en nuestra fisiología instintiva, por lo que el camino a su curación sería a tarvés de nuestro cuerpo. Entonces no se necesitan años de terapia, ni desenterrar recuerdos reiteradamente, ya que esto tiende a interferir en la sabiduría innata del organismo para sanar.
En los seres humanos, el trauma se produce por el inicio de un ciclo instintivo al que no se le permite llegar a su término. Cuando el neocórtex anula las respuestas instintivas que llevan el ciclo a su culminación, nos quedamos traumatizados. La respuesta de inmovilidad humana que se da al congelarse (trauma dado ya que no se puede huir, ni luchar), no se resuelve tan fácilmente porque la sobrecarga de energía acumulada en el sistema nervioso está asociada a emociones como el miedo, entro otros. Este circuito vicioso de inmovilidad y miedo impide que ocurra el proceso natural de para completar el ciclo.
Para superar el trauma necesitamos separar la inmovilidad del miedo asociada a ella. Somatic Experiencing es un modelo gradual para la transformación del trauma, donde la percepción sensible es el vehículo utilizado para poner en contacto y movilizar gradualmente las fuerzas/energías vinculadas a la sintomatología traumática.
¿Qué significa la percepción sensible? La experiencia de la percepción sensible nos permite volver a reconectar con el animal que llevamos dentro. El hecho de conocer, sentir y percibir, centra nuestra atención ahí donde la curación puede comenzar. Según Levine (2022) La naturaleza no nos ha olvidado; somos nosotros quienes la hemos olvidado a ella. El sistema nervioso de una persona traumatizada no esta dañado, esta más bien congelado en una especia de animación suspendida. Gracias a la conexión con nuestra percepción sensible seremos guiados en nuestro camino individual hacia la transformación.
Esperamos hayas disfrutado esta pincelada sobre este interesante modelo para trabajar el trauma. Para saber más, te recomendamos leer Curar el Trauma de Peter Levine.
Anita Ovalle M.
Octubre 2022
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