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¿Sabes cómo regularte junto a tu paciente?

A más de alguna nos habrá pasado el sentarnos a atender un paciente con nuestra cabeza puesta en otro asunto, por ejemplo, cuando tenemos algún problema interpersonal. Incluso el llegar “corriendo” a atender nos deja poco presentes: llegamos aceleradas, quizás pensando en la persona que me tocó la bocina en el camino, molestas porque internet se cayó y tuve que reiniciar mi módem, etc. Aunque no queramos, podemos transmitir a nuestros pacientes señales de inseguridad o desregulación. ¿Cómo es eso? A continuación te lo explico.


Desde la teoría polivagal, elaborada por Stephen Porges, se establece que se produce una comunicación de sistema nervioso a sistema nervioso. Se plantea que estamos hechos biológicamente para la conexión con otros, puesto que pertenecer a un grupo ha sido fundamental para nuestra supervivencia como especie. Incluso teniendo herramientas para auto regularnos (construidas en base a experiencias de co-regulación), durante toda nuestra vida mantendremos la necesidad de contacto social y de co-regulación.


Según refiere esta teoría, el sistema de cada persona está constantemente evaluando el ambiente para pesquisar si hay algún peligro (neurocepción). Así es como puedes contagiarte con un sistema que se encuentra en amenaza y, por el contrario, también puedes co-regularte con uno que se encuentra en calma.

Te propongo utilizar estas situaciones a favor, es decir, tomar tu experiencia de llegar en un estado de alerta a la sesión y modelar en vivo con tu paciente estrategias para regular tu sistema. Una herramienta que tenemos siempre a mano y que es muy efectiva para regularnos es la respiración. Si bien ésta tiene una parte que funciona de forma automática (respiramos incluso durmiendo), también podemos alterar su ritmo intencionalmente y enlentecerlo. ¿Para qué hacerlo? Porque un ritmo de respiración algo más lento que el habitual activa la rama parasimpática de nuestro sistema nervioso autónomo, que le transmite a nuestro cuerpo que podemos estar tranquilas.


Te comparto una práctica de respiración sencilla y efectiva que utilizamos en Terapia Centrada en la Compasión (modelo de terapia elaborado por Paul Gilbert y llamado CFT por sus siglas en inglés):

  • Adopta una postura que te resulte cómoda, atenta pero no tensa, puedes cerrar los ojos si te acomoda y tomar 3 respiraciones profundas, inhalando por la nariz y botando por la boca, aprovechando las exhalaciones para soltar tensiones y todo lo que ya pasó en tu día.

  • Puedes luego tomar conciencia del ritmo de tu respiración, notando cómo entra y sale el aire por tu nariz por algunos segundos.

  • Comienza a buscar un ritmo de respiración que te conecte con una sensación de calma y seguridad, enlenteciendo levemente el ritmo habitual de tu respiración.

  • Quédate ahí unos minutos, llevando tu atención a este ritmo de respiración de calma.

  • Aparecerán pensamientos que te distraerán, recuerda que el objetivo de la práctica no es dejar de tener pensamientos. Cuando estos pensamientos aparezcan, simplemente toma consciencia de que te distrajiste y, con amabilidad, tráete de vuelta a la práctica.

  • Al ir finalizando, puedes esbozar una leve sonrisa y percibir si esto genera algún efecto en ti.

  • Poco a poco comienza a volver, recordando que una motivación a practicar esto (ya sea sola o junto a tu paciente) es aliviar el sufrimiento.

Te sugiero practicarla antes de utilizarla con tus pacientes, ya que desde la experiencia nuestra confianza en la práctica y nuestra forma de guiarla tienen un componente diferente.


Puedes encontrar acá esta práctica guiada en audio grabada por Gonzalo Brito (doctor en psicología con vasta experiencia en el campo del mindfulness y profesor de Terapia Centrada en la Compasión, entre otras cosas).



Catalina Villarroel B.

Instagram: catalinavillarroel.b

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